En Después de la catástrofe, un artículo sobre el fenómeno alemán después de la Segunda Guerra
Mundial, Jung dice:
"No es en verdad poca cosa conocer la propia culpa y la propia
maldad, y no es ningún beneficio perder de vista la propia sombra. Pues la
conciencia de culpa tiene la ventaja de ponernos en condiciones de cambiar o
mejorar algo. Es sabido que lo que permanece en lo inconsciente no cambia; solo
en la conciencia pueden realizarse correcciones psicológicas". OC Vol 10,
par 440
Aquí culpa, me aventuro a decir, hace referencia a
la vergüenza que se siente cuando entramos en contacto con un horror que nos
habita y que tiene la capacidad de movilizarnos hacia la reflexión y la integración.
Al respecto de este proceso de integración, continúa Jung al final del texto:
"Con la lúcida aceptación de la culpa colectiva <haciendo referencia a la responsabilidad inconsciente del pueblo alemán respecto a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial > se dará un gran paso hacia adelante. Pero esto por sí solo no representa ninguna cura, como tampoco se cura ningún neurótico por el mero hecho de comprender. Sigue aún sin respuesta la pregunta: ¿Cómo vivo con esta sombra? ¿Qué actitud es necesaria para poder vivir a pesar del mal? Para hallar respuestas válidas a estas preguntas se requiere una total renovación espiritual que nadie nos va a dar, que debemos conquistar nosotros mismos. Tampoco es posible seguir utilizando sin revisión viejas fórmulas que una vez tuvieron su valor, pues las verdades eternas no pueden transmitirse de manera mecánica, deben nacer de nuevo dentro del alma humana en cada época". OC Vol 10 par 443.
En un conflicto bélico nadie queda inmune. La
maldad, la capacidad destructiva del hombre, se despierta en cada uno y nos
moviliza internamente. Se abre la puerta hacia un aspecto de nuestra sombra que
hasta ese momento se hallaba inconsciente. ¿Por qué a nosotros? es una pregunta
inútil. El planteamiento junguiano es más el para qué, que siempre apunta a la
toma de consciencia y al trabajo atento y cuidadoso de asimilación e
integración, y como él mismo dice en el texto, es un trabajo íntimo, personal,
interno. No hay fórmulas prefabricadas. Lo único que sabemos es que la sombra
forma parte de la vida psíquica del ser humano, y por lo tanto nos hacemos un
flaco favor si la negamos, pues solo perpetuamos catástrofes.
Así pues, el trabajo interior que cada persona necesitaría hacer no es juego de niños, y solo las imágenes que nuestro propio
inconsciente nos envía traen la guía de las actitudes que nos permitirían vivir
conociendo algunos contenidos de nuestra sombra para no ser poseídos por ella
ni actuarla inconscientemente. La imaginación creativa no viene de nuestro ego,
viene de la sombra y de otros contenidos de lo inconsciente colectivo.
La sombra cuando nos posee nos hace actuar como una
bestia, y nuestra ceguera echa mano de la intelectualización y los ideales – o
mejor dicho, de la idealización – para justificar atrocidades. Así que con esto
tenemos eso que nos gusta tanto y que
llamamos un “tipcito” para reconocer la cara de nuestro propio Mr. –o Mrs.- Hyde.
La runa vikinga Hagalaz hace referencia a la
disrupción, a una discontinuidad radical. El oráculo dice que cuando esta runa
sale en tu lectura “Mientras más severa la disrupción en su vida, más
significativo y oportunos los requisitos para su crecimiento. En medio de la
disrupción, en el centro de la tormenta, tome coraje: sepa que el universo y su
propia alma están demandando que usted, de hecho, madure”. (Tomado del Libro de
las Runas de Ralph H. Blum).
Tome coraje, es una expresión idiomática del inglés
- “take heart”- heart es corazón en inglés. Así que ese centro simbólico donde
experimentamos las alegrías y los horrores de nuestra humanidad son el refugio
de nuestra consciencia para humanizarnos, que en una actitud definitivamente
incómoda, pero receptiva, sospecho que nos salva.