viernes, 23 de diciembre de 2016

TODO TIENE SU MOMENTO

Abrí un libro y cayó al suelo un papelito con la siguiente cita:

     "Todo tiene su momento y todo cuanto se hace bajo el sol tiene su tiempo. Hay un tiempo de nacer y un tiempo de morir; un tiempo de plantar y un tiempo de arrancar lo plantado; un tiempo de matar y un tiempo de sanar; un tiempo de destruir y un tiempo de edificar; un tiempo de llorar y un tiempo de reír; un tiempo de lamentarse y un tiempo de danzar; un tiempo de lanzar piedras y un tiempo de amontonarlas; un tiempo de abrazarse y un tiempo de separarse; un tiempo de buscar y un tiempo de perder; un tiempo de guardar y un tiempo de tirar; un tiempo de rasgar y un tiempo de coser; un tiempo de callar y un tiempo de hablar; un tiempo de amar y un tiempo de aborrecer; un tiempo de guerra y un tiempo de paz"
                                                                          Eclesiastes 3: 1-8

Ahora estamos en tiempo de navidad, un símbolo de renacimiento y oportunidad para agradecer, reflexionar, y sostener el sentido de nuestras vidas desde los anhelos del alma de cada quien.

Ninguna persona experimenta internamente un mismo fenómeno igual que lo hace otra. Cada amigo con el que he conversado tiene una manera muy diferente de ver a y vivir en Venezuela, pero todos compartimos la misma tristeza por la destrucción y la descomposición del tejido de relaciones humanas. A nadie puedo decirle que  lo viva de otro modo, y mi deseo profundo es que nadie se sienta culpable por estar haciendo o no algo que "se supone" debería hacer o no.

Una cosa que he aprendido en mi propio proceso es que aunque la descomposición es colectiva, el camino personal no puede perderse de vista, y cada alma sabe lo que necesita hacer, cuándo y con quien.

Sin embargo también siento que son importantes la empatía y la consideración por la realidad del otro, y la consideración del impacto de nuestras acciones y nuestras palabras en términos de creación o destrucción.

Ninguna persona o país ha crecido a partir de la ceguera o la negación de la realidad global. No somos islas, aunque aún siéndolas, no somos inmunes a las acciones de otros tal como los demás no son inmunes a nuestras acciones. La estupidez del radicalismo de cualquier tipo descansa en la creencia en una pureza que no existe en ninguna parte en la naturaleza. Son ideas inconexas de la verdad de la vida humana y de la vida del planeta. Son ideologías, constructos desarrollados a partir de miradas cuadriculadas y de una sola cuadrícula. Son ojos que desprecian la diversidad y por lo tanto son incapaces de asumir la responsabilidad de manejar las vicisitudes de la vida. 

Ninguna realidad cambia por decreto, ni siquiera la política. La realidad será otra en la medida que las personas reflexionemos y nos movamos más hacia el aprecio por la diversidad aunque no se esté de acuerdo con todo, y sepamos manejar nuestras diferencias apropiándonos de nuestra manera de ver la vida y valorando que el otro está haciendo lo mismo. Diálogo no es el acto balurdo de autoritariamente  forzar al otro a conversar. Hace falta madurez y  voluntad de querer de veras una transformación, transformación por la que los dialogantes mismos han de atravesar.

Así que este deseo navideño teñido de política es realmente un deseo de que aprovechemos que tenemos menos oportunidades para evadirnos, y utilicemos el relativo descanso de estos días para estar presentes (sin mentirnos a nosotros mismos), y en el encuentro con otros sepamos estar presentes en su realidad sin pretender que sea otra. Aceptemos que estamos en lo que estamos, y sepamos con ello compartir la oportunidad de repensarnos, de volvernos a sentir desde los latidos vulnerables del corazón, agradecer el milagro de la vida, y entre sonrisas y abrazos amorosos de navidad y año nuevo, escuchar profundamente cuál es esa nueva realidad esperando ser materializada por nosotros, y actuar en consecuencia a partir del 1 de enero de 2017.

Todo tiene su momento, y lo sabio es saberlo reconocer, aceptarlo y obrar.

Un cálido abrazo para todos con mis mejores deseos.

                                  

miércoles, 7 de septiembre de 2016

MISTER HYDE

En Después de la catástrofe, un artículo  sobre  el fenómeno alemán después de la Segunda Guerra Mundial, Jung dice:

"No es en verdad poca cosa conocer la propia culpa y la propia maldad, y no es ningún beneficio perder de vista la propia sombra. Pues la conciencia de culpa tiene la ventaja de ponernos en condiciones de cambiar o mejorar algo. Es sabido que lo que permanece en lo inconsciente no cambia; solo en la conciencia pueden realizarse correcciones psicológicas". OC Vol 10, par 440

Aquí culpa, me aventuro a decir, hace referencia a la vergüenza que se siente cuando entramos en contacto con un horror que nos habita y que tiene la capacidad de movilizarnos hacia la reflexión y la integración.

Al respecto de este proceso de integración, continúa Jung al final del texto:

"Con la lúcida aceptación de la culpa colectiva <haciendo referencia a la responsabilidad inconsciente del pueblo alemán respecto a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial > se dará un gran paso hacia adelante. Pero esto por sí solo no representa ninguna cura, como tampoco se cura ningún neurótico por el mero hecho de comprender. Sigue aún sin respuesta la pregunta: ¿Cómo vivo con esta sombra? ¿Qué actitud es necesaria para poder vivir a pesar del mal? Para hallar respuestas válidas a estas preguntas se requiere una total renovación espiritual que nadie nos va a dar, que debemos conquistar nosotros mismos. Tampoco es posible seguir utilizando sin revisión viejas fórmulas que una vez tuvieron su valor, pues las verdades eternas no pueden transmitirse de manera mecánica, deben nacer de nuevo dentro del alma humana en cada época". OC Vol 10 par 443.

En un conflicto bélico nadie queda inmune. La maldad, la capacidad destructiva del hombre, se despierta en cada uno y nos moviliza internamente. Se abre la puerta hacia un aspecto de nuestra sombra que hasta ese momento se hallaba inconsciente. ¿Por qué a nosotros? es una pregunta inútil. El planteamiento junguiano es más el para qué, que siempre apunta a la toma de consciencia y al trabajo atento y cuidadoso de asimilación e integración, y como él mismo dice en el texto, es un trabajo íntimo, personal, interno. No hay fórmulas prefabricadas. Lo único que sabemos es que la sombra forma parte de la vida psíquica del ser humano, y por lo tanto nos hacemos un flaco favor si la negamos, pues solo perpetuamos catástrofes.

Así pues, el trabajo interior que cada persona necesitaría hacer no es juego de niños, y solo las imágenes que nuestro propio inconsciente nos envía traen la guía de las actitudes que nos permitirían vivir conociendo algunos contenidos de nuestra sombra para no ser poseídos por ella ni actuarla inconscientemente. La imaginación creativa no viene de nuestro ego, viene de la sombra y de otros contenidos de lo inconsciente colectivo.

La sombra cuando nos posee nos hace actuar como una bestia, y nuestra ceguera echa mano de la intelectualización y los ideales – o mejor dicho, de la idealización – para justificar atrocidades. Así que con esto tenemos  eso que nos gusta tanto y que llamamos un “tipcito” para reconocer la cara de nuestro propio Mr. –o  Mrs.- Hyde.

La runa vikinga Hagalaz hace referencia a la disrupción, a una discontinuidad radical. El oráculo dice que cuando esta runa sale en tu lectura “Mientras más severa la disrupción en su vida, más significativo y oportunos los requisitos para su crecimiento. En medio de la disrupción, en el centro de la tormenta, tome coraje: sepa que el universo y su propia alma están demandando que usted, de hecho, madure”. (Tomado del Libro de las Runas de Ralph H. Blum).


Tome coraje, es una expresión idiomática del inglés - “take heart”- heart es corazón en inglés. Así que ese centro simbólico donde experimentamos las alegrías y los horrores de nuestra humanidad son el refugio de nuestra consciencia para humanizarnos, que en una actitud definitivamente incómoda, pero receptiva, sospecho que nos salva.


jueves, 18 de agosto de 2016

UNA NUEVA TENDENCIA

Ante la cantidad de irrupciones sociales que brotan en muchas partes del mundo, y en una dedicación por comprender el fenómeno, hasta ahora he observado dos cosas. Por una parte, al escuchar comentarios cargados de prejuicio, poco documentados y pobremente expresados, pienso en la poca capacidad crítica de tantas personas, entre las que hay  figuras públicas que ostentan algún tipo de estatus social aceptado por “la audiencia” y con fácil acceso al arma más peligrosa cuando es utilizada erróneamente: un micrófono. Por otra parte, creo que no hay que ser muy ingenioso para darse cuenta de que si hay tantas disrupciones, hay mucho descontento al que no se ha prestado una sensible atención. Aclaro que con esto no estoy justificando algunas atrocidades como asesinatos, economía de Estado, o acciones terroristas, pero si me hago la pregunta acerca de qué conduce a todo ello de la manera viral en la que ocurre en la actualidad.

Este planteamiento tiene explicaciones sistémicas que no pretendo ni puedo abordar en un papel breve como este y con mi vasta ignorancia. Me detengo solo en la capacidad crítica, que va acompañada de la capacidad de reflexionar –regalo de la biología para los seres humanos que es flagrantemente rechazado por demasiadas personas. A tal efecto, me detengo mucho en observar cómo las personas utilizan su tiempo, con quienes conversan, el tipo de programas de televisión que tienen más rating, el modo de expresarse de los periodistas y políticos, y cómo las personas se expresan en las redes sociales virtuales.

Detallar lo que observo sería aburrido, pero entre la cantidad de tiempo que alguien pasa en Facebook, el mal uso del lenguaje, la entrega de opiniones desinformadas, el fanatismo, y el raquitismo de las modelos como figura a emular de parte de jóvenes y no tan jóvenes, creo que cada uno puede hacerse una idea.

En el compartir de esta reflexión con un amigo, me menciona el libro de Martha Nussbaum, Sin fines de lucro. Esta filósofa ha aportado muchas reflexiones importantes, y este libro no es la excepción. Explica la importancia que tienen para la democracia, las humanidades. Esta lectura ofreció algunas explicaciones a mi inquietud, y lo comparto con ustedes en formato digital, dada la dificultad de encontrar libros en físico a estas alturas del régimen que nos ama.


Creo que es un buen auto regalo  leerlo y si se animan, hacerlo leer a cuanta persona se muestre receptiva, a ver si ayudamos a que este tipo de cosas sean el “trending topic” del que hablen los periodistas y las personas.

Tenemos opiniones personales, y tenemos derecho a ello. Es inevitable. Mas la visión individual de las cosas es solo eso, una visión. Los libros nos ponen a la mano mundos a los que solo tenemos alcance a través de ellos, nos muestran lo que otros ven y conocen, y nos permiten hacer y hacernos preguntas, para seguir nutriendo nuestro criterio, nunca desprendido de la sabiduría de la intuición. 

Aquí link al libro ´Sin fines de lucro´ en pdf que se puede descargar sin costo. https://docs.google.com/file/d/0B0-KNb2QfJ9eTEJLTEFBRF9LV2s/edit

                                                                              




sábado, 30 de julio de 2016

"SER O NO SER, ESA ES LA CUESTIÓN"


Oh Señor,
Recuerda no solo a los hombres y mujeres
de buena voluntad, sino también a los de mala voluntad.
Pero no recuerdes el sufrimiento que infringieron sobre nosotros;
recuerda los frutos que hemos dado, gracias a
este sufrimiento – nuestra camaradería,
nuestra lealtad, nuestra humildad, nuestro coraje,
nuestra generosidad, la grandeza de corazón
que ha crecido de todo esto, y cuando
sean juzgados, deja que todos los frutos
que hemos dado sean su perdón.

Este poema está citado en un libro sobre las enseñanzas de los Padres de Desierto que estoy leyendo. El poema fue encontrado al lado del cuerpo muerto de un niño en el campo de concentración de mujeres en Ravensbrück, al norte de Alemania.

No cabe duda del reto que significa para cualquier ser humano poder perdonar en estos términos: abriéndose a la fortaleza y certeza de su corazón para ocuparse del vínculo con el resto de quienes viven sus mismas circunstancias, como de sus captores. ¿Qué lo hace posible? ¿Cómo alguien es capaz de entregarse de este modo?

Son muchas las reflexiones en torno a esto, muy extensas para ser tratadas en este breve escrito, pero la más importante, según siento, es la conciencia con la que se vive una situación. Probablemente incluso algo más que consciencia: Presencia. El ya fallecido filósofo irlandés John O´Donohue la define como lo que sucede cuando se está atento y comprometido con todo lo que se está experimentando y con el otro. En su mirada, el foco de la Presencia está en el vínculo, en lo que me ocurre y en lo que ocurre en el otro, siendo capaces de comprender vivencialmente la naturaleza del encuentro.

Es un grado de apertura que trasciende las pequeñas dimensiones de nuestro ego, bien sea que este sea fuerte o esté herido. Es un gesto arquetipal de apertura, de entrega y de confianza, que da sentido a todo cuanto está ocurriendo, quebrando la cáscara externa que es nuestro ego, derritiendo todas sus falsas creencias, y haciendo arder como una llama una verdad más profunda acerca de nosotros mismos, una verdad que nos devela nuestra cualidad trascendente y nuestra capacidad de transformación.

En el estado de Presencia surge nuestra singularidad, siempre en vínculo, nunca como un ente aislado, siempre sabiéndose parte de una totalidad que solo puede intuirse, y esta intuición basta para saberla cierta. La vida es un gran sistema en el que todos tenemos nuestro lugar, y en la que nos afectamos unos a otros con nuestras acciones e intenciones.

Alcanzar este estado de Presencia requiere de todo un proceso de renuncias y muertes internas, algo nada simple dentro de la cultura narcisista de selfies y consumismo que vivimos. Y más aún, de ello resulta la conciencia del sí mismo y del otro como parte de un todo que nos supera en importancia.

Sé que este planteamiento puede resultar utópico, y solo Dios sabe si una persona puede alcanzar este grado de conciencia. Sin embargo, utópico y todo, me parece importante tomarlo como punto de referencia para observar el grado de nuestro propio desarrollo interior y colectivo. Las opciones del ser humano siempre divergen en dos tendencias cuando se está frente a situaciones extremas: nos movemos hacia el polo de la sobrevivencia animal en la que uno u otro sale con vida,  o nos atrevemos a saber sobrevivir tomando en cuenta al otro y nos arriesgamos al difícil trabajo de parir ideas y modos de acción y relación que nos permitan convivir.

Nunca la política podrá hacer este trabajo por nosotros precisamente porque somos los individuos los que tejemos el espacio colectivo. Este trabajo nos corresponde a cada uno, interiorizando, reflexionando, discerniendo, y decidiendo en consecuencia.  “Ser o no ser”, esa es la pregunta.

Hamlet de Shakespeare nos muestra el debate interior de un hombre entre la vida y la muerte: vengar o no la muerte de su padre, seguir viviendo o suicidarse. Y ya sabemos cómo le fue.

En el caso que planteo aquí, no se trata realmente de la muerte literal de nuestro cuerpo, sino de  dejar morir las creencias que se tornan tan rígidas que excluyen a cualquiera que difiera de ellas, y que excluye a cualquier otra voz que surja de nuestro interior como una alternativa al conflicto.

La madre que dejó ese poema al lado del cuerpo del niño pudo haber muerto sintiendo toda la ira a la que sin duda tenía derecho. Especularé que murió, sin embargo, Presente, tan consciente de su sentir como de las consecuencias de perpetuar el rencor. Sospecho que pensó en lo que quedaría después del holocausto, y optó por hacer del aliento que entre todos fueron capaces de darse en el campo de concentración, la mejor forma de perdón, como quien reconoce que antes, cuando creían ser libres, no vivieron la camaradería, la lealtad, el coraje y la generosidad.  

En esencia, siento que todo el horror del que somos testigos en esta vida no nos sirve de nada si no nos mueve hacia nuevas formas de vínculo, hacia una verdadera Presencia. Esta es una tarea para mí, y una tarea para ti.



PD: Aquí un enlace en el que pueden leer el texto de Hamlet. Creo que vale mucho leerlo. http://www.jmsima.com/politica/612-soliloquio-de-hamlet-william-shakespeare-en-espa%C3%B1ol.html

martes, 12 de julio de 2016

SEÑALES



Si sientes una insatisfacción crónica con la vida que llevas y que sigues llenando de cosas sin saber exactamente qué es lo que está faltando; o sientes un vacío en las relaciones personales que comienzas a reconocer como convencionales, superficiales y hasta utilitarias; o con demasiada frecuencia reclamas a otros por algo que “no te dan”; o todo el mundo te parece un caos del que no quieres formar parte porque no hay nada en él que valores como nutritivo para tu vida; o – en la versión más tecnológica, te quejas por lo lenta de la conexión de internet, por el whatsapp que no funciona, y porque solo tienes 3G de conexión en los teléfonos celulares, de los que tienes dos por si uno no tiene señal y andas en la calle y necesitas pedir ayuda, las señales son claras: la vida tal y como la llevas, va perdiendo su sentido. Nada es suficiente.

Es un momento de vida que habla de lo que no recibimos o no tenemos, de angustia, de apuros, de estrés, de prioridades caóticas, y de un desconocimiento de quienes somos en realidad. Es un momento que podemos experimentar como una crisis cuando todo el foco está puesto en el afuera, sin un solo rayo de luz hacia ese oscuro continente que es el adentro, que por oscuro, parece tener mala fama.

En principio es oscuro porque no le prestamos atención y lo que es peor aún, ni siquiera aparece en el campo de nuestra conciencia –no existe.  La buena noticia es que no todo lo que llevamos dentro es veneno, la mala es que si, encontraremos veneno también, que si sabemos digerir en un sentido psicológico y de alma, operará como un remedio homeopático –aquello que nos enferma es lo que nos sana, pero no en el sentido preventivo de una vacuna.

Para que tal “sanación” ocurra, hay que disponer de algunas actitudes: atención, miedo, humildad y aceptación.

Si no prestamos atención, por supuesto que no se estará mirando o escuchando a nada. El camino nunca comenzará y solo seguiremos viviendo la misma insatisfacción, seguiremos llenándonos de objetos en vez de vínculos, y para nutrirnos seguiremos buscando en el afuera lo que no tiene para permitirnos avanzar en este proceso. Demencia, gritó alguien!

Si no tenemos miedo, tampoco tendremos coraje ni el grado necesario de prudencia. Los buzos que entran a cuevas subterráneas de agua, donde la luz que alumbra el camino es un pequeño faro que llevan en sus frentes, lo hacen con mucha lentitud y cuidado, explorando el espacio no solo con la mirada sino también con el tacto, conociéndolo poco a poco. No creo que lo hagan así sospechando que allí haya algún monstruo marino. Creo que lo hacen para garantizarse un camino de salida, en lo cual no pensarían si arremetieran contra el espacio acuático con el dinamismo de un soldado de guerra que solo ve enemigos delante de sí.   

Cuando nuestro desconocido es el propio ser, el miedo es sin duda mayor al de los buzos, y le acompañan en proporción el coraje y la prudencia. Saber sobre nosotros mismos no es tarea simple. Asumir responsabilidad por el estado de las cosas en nuestro interior requiere la energía del coraje para dar los pasos hacia adentro cuando somos llamados a ello, y de la lentitud necesaria para conocer los rincones de nuestra alma lo suficiente como para poder entrar y salir. 

La humildad, si no la tenemos, nos será dada, a veces a palos, cortándonos la cabeza, dejándonos desorientados, despojados de todo conocimiento de las cosas tal y como eran. Vivir bajo una corona es vivir bajo una circunferencia muy estrecha. El alma sabe esto, y el ego necesita aprender a ensanchar esa circunferencia dialogando –para echar mano de la metáfora – con los plebeyos, quienes resultarán ser sabios cargados de enseñanzas.

Después de todo esto, casi que no queda más alternativa que la aceptación, primero un poco a regañadientes, pero en la medida que avanzamos en este recorrido, la aceptación se siente natural, junto con la variedad de emociones que puedan producirnos esos diálogos con los plebeyos. En la aceptación no hay disfraces. La tristeza es la tristeza, la rabia es la rabia, la envidia la envidia, y el amor es el amor. Se siente todo esto, y se acepta porque sí, es parte de quienes somos, y finalmente hemos escuchado sus voces y sus enseñanzas para nosotros: contener nuestra experiencia interior en lugar de negarla; observarla, comprender sus razones, y darle su lugar en nuestra alma.

En esencia, lo que aprendemos es a amar y a ser compasivos con nosotros mismos.  En esta manera de vivirnos, una conversación cara a cara es preferida al chat, la prisa pierde sentido, el mundo es nuestro espejo,  la responsabilidad descansa dentro de nuestro propio corazón, y queremos estar en silencio y a solas bastante rato.


Así que, vuelve a leer el primer párrafo de este texto, y si sientes alguna de las cosas allí mencionadas, felicidades, has sido llamado a escucharte! 

martes, 17 de mayo de 2016

LECCIÓN DE AMOR

                                                                      TESTIGO

                                              Tú sabes que estoy pero no entres de repente
                                              a mi cuarto. Podrías ver cómo guardo silencio
                                              encima de una hoja blanca.
                                              Cómo es posible escribir sobre el amor
                                              escuchando los gritos de los asesinados y deshonrados,
                                              cómo es posible escribir sobre la muerte
                                              mirando las caritas de los niños.
                                              No entres de repente a mi cuarto. Verás a un mudo
                                              y atado testigo del amor al que vence la muerte.  

                                                                                                  Tadeusz Rósewicz.

El torbellino de horror en el que se ha convertido para mí la experiencia de vivir en Venezuela, es difícil de compartir cuando todos estamos buscando la manera de sobrevivirlo. 

He sentido indignación, impotencia, rabia y una inquietud por comprender lo que nos ocurre en el contexto social, político y humano, que me movió a leer revisiones históricas, opiniones en la prensa, novelas y poesía.  La lectura fue poco a poco tejiendo un sentido que me condujo al poema de Tadeusz Rósewicks, Testigo. Lo he leído muchas veces, y es ya casi un mantra que me centra.

Este poeta polaco respondió con poemas desnudos de adornos al horror de la Segunda Guerra Mundial. Su arte no insultó al sufrimiento humano minimizándolo, ni ignoró los destellos de belleza que aún podía apreciar. En este poema, Testigo, nos muestra la tensión de la vida y la muerte en un solo corazón. Sin embargo, su sentimiento final es el del ahogo de la experiencia del amor ante el silencio imponente de la muerte que toda destrucción representa.

Leerlo me ha hecho reflexionar acerca de dificultad de atravesar la experiencia del horror. Al sentirlo, se nos presenta como una imagen intolerable poco presta a convertirse en conversación con otros. Se ahoga nuestra voz, y para poder continuar, algunos nos envolvemos en oraciones y otros en pensamientos positivos, mientras otros más buscan la manera de seguir creando a pesar de la destrucción de todo el entorno. Todos estamos haciendo un esfuerzo a modo de una orquesta en la que cada músico se organiza como puede, sin partitura y sin director. La armonía es imposible. Todo esfuerzo falla, y el desgaste va carcomiendo lo mejor de nosotros, convirtiéndonos en animales básicos. Como serpientes nos arrastramos sigilosamente por la tierra buscando al próximo ratón que será nuestro alimento. El horror ha vencido, y estamos en el infierno que se encuentra debajo de la base de la pirámide de Maslow. Todo vale.

Parece que a los seres humanos nos corresponde tocar niveles de animalidad para conocer la destructividad de la que somos capaces y horrorizarnos, y a partir de allí, aprender a tomarnos en serio, valorar la vida y cooperar. No lo sé, solo especulo, también buscando que este horror tenga algún sentido constructivo. Pero el dolor en la boca del estómago, las palpitaciones irregulares de mi corazón, y el mal dormir, no me abandonan. La sin razón de mis sensaciones me indica claramente que esta destrucción no tiene sino el sentido que tiene el capricho de un loco que incendia su propia casa.

Tal vez sea mi temperamento mediterráneo el que me hace creer que la única respuesta de vida ante el horror es denunciarlo a través de lo que sentimos, sin pretensiones positivistas como “toda crisis representa una oportunidad”. En el camino de aprender a amar de todo ser humano, la crueldad y el horror nos confrontan con una última posibilidad de respuesta antes de morir: la honestidad con uno mismo.

Tadeusz Rósewicks fue capaz de esa honestidad y supo hacerla arte. Declaró a la poesía muerta porque reconoció que ante el homicidio y la masacre ya no eran posibles las viejas formas de la poesía. Ninguna metáfora podría hablar del horror mejor que el horror mismo, y para él, era ya tiempo de expresarlo en un testimonio que rinde al lector de hoy, testigo de la experiencia humana del sinsentido de las guerras, del ahogo del amor ante la muerte del individuo por opresión totalitaria.

A lo mejor por indirección podemos vernos reflejados en la experiencia de Rósewicks y declarar abiertamente que tenemos miedo y nos sentimos perdidos, que se nos ahoga la vida aunque estemos haciendo muchos esfuerzos en los cuales insistiremos para seguir viviendo, porque aún tenemos que aprender a amar antes de morirnos.




jueves, 14 de abril de 2016

CREAR Y RENACER

Hoy comienza una aventura de encuentro a través de la palabra reflexiva. Son muchos los temas que me interesan, y muchas las preguntas que me hago y quiero hacer, y ya era hora que formalizara mis propias intenciones, comenzando a trasladar lo que he escrito a mano en tantos blocks, al medio digital. Quedarme con tanto guardado, no tiene ningún sentido. Tampoco sé el sentido que pueda tener para quien lea mis líneas, mas una cosa es clara para mi: tengo que compartir.

Este blog pretende ser un lugar de encuentro. Primero conmigo en el acto mismo de escribir lo que pienso y siento. Esto me permite conocerme un poco más. En segundo lugar, es importante para mi el encuentro con otros -en este caso, quienes lean los artículos- para entrar en un diálogo, seguir nutriendo mutuamente nuestras miradas sobre algún tema, y seguirnos conociendo un poco más en lo interno a través de estos intercambios. Finalmente, el encuentro con la vida desde espacios creadores donde podamos intervenir en función de anhelos y sueños que puedan engendrar las transformaciones amables.

Así que,  todos los que lean este blog están invitados a participar haciendo sus comentarios y preguntas, aportando lo que consideren creador.

Contenta de dar inicio a este deseo mío por escribir, iré haciendo mis entregas sin la prisa del departamento de publicación, con la pausa que la revisión de mi material requiere, y con el tempo que me mantenga activa.

Cada palabra sentida, pensada y escrita, es un acto de creación. Cada palabra nueva, uno de renacimiento.

GRACIAS  GRACIAS  GRACIAS