jueves, 19 de octubre de 2017

TESTIGOS ETERNOS

Algo me hace ceder.

Hay dos testigos en la esfera celeste y el manto de agua densa cae sobre mi. Pesa sobre mis huesos.

Se descarga el cielo de su furia de agua y ahora las gotas son casi un rocío. Sigo afuera, mojándome, y me dejo caer suave sobre el barro que recibe mi forma y mis dimensiones. Me permite acomodarme en su regazo esta madre grande, este útero que ama. Descanso. Suspendidos los ruidos, vuelvo a encontrarme con un hilo que lo hilvana todo.

Me conmueve que esta esfera azul le hable claramente a mi corazón y éste a ella, para agradecerle. Es toda continente. Una cuna gigante que el sol divisa a lo lejos como un punto de su galaxia y a mi, no me conoce. No sabe ni le importa mi nombre. Me siente, como yo a él, como presencia necesaria, testigos mutuos de lo viviente.

Otro testigo aguarda. El disco plano de luz en el cielo negro de la noche no me muestra su preñez. Esconde su panza, siempre oscura, útero primero. Sin darme cuenta me pregunto por el lado de atrás de mi corazón. Me sorprende una exhalación que me hace percibir los latidos hacia mi espalda que llegan hasta los huesos de mi columna.  El aire sale y me invita a una fiesta calma.

Todo baja,  cede, se abre,  se humedece. Hay un concierto armónico dentro de mi que me dirige y mueve al líquido rojo dentro de mis venas,  al aire blanco que me afloja y a la masa negra dentro de mis huesos que como el otro lado de la luna,  solo puedo intuir desde las pulsiones de mi corazón. 

Me preña la luna








jueves, 14 de septiembre de 2017

ACCIÓN, TRANSFORMACIÓN Y VIDA

Por auténtica sincronicidad leo esta frase de Ecce Homo, de Friedrich Nietzsche, publicada por mi amiga Trudy Ostfeld de Bendayan en su página de facebook: 

      "En definitiva, nadie puede sacar de las cosas, incluidos los libros, más de lo 
      que ya sabe. Se carece de oídos para escuchar algo a lo que no se accede 
      a través de la experiencia vivida"

Estas palabras del filósofo se encuentran con mi reflexión e inquietud en torno a una de las máximas del coaching ontológico: la acción genera al observador.

Cuando, como observador, nos reconocemos inquietos, estancados, incómodos, frustrados y hasta perdidos en algún aspecto de nuestra vida, a través de un proceso de coaching aprendemos a apreciar  nuestras decisiones y acciones como generadoras de nuestro devenir como persona dentro de los contextos en los que nos relacionamos. Cada decisión y acción pasada, tomada consciente o inconscientemente, ha formado al observador que en el presente estamos siendo.

En la mirada taoísta se refieren a esto como transformaciones silenciosas, haciendo énfasis en que la idea de permanencia es una fantasía, dado que todo lo vivo y todos los sistemas están en continua transformación gracias a sus interacciones.

Darnos cuenta de esto nos responsabiliza como adultos y nos enseña a observar los patrones de nuestra relación con nosotros mismos, con los otros y con la totalidad de la existencia. Estos patrones están cargados de emociones, juicios y creencias que se ven retados si muestran ser inútiles para asistirnos en nuestra transformación. Esto genera una disrrupción, que en el coaching ontológico llamamos "quiebre", que abre el espacio para ampliar la mirada del observador. Es gracias a que esto ocurre que podemos aprender a reconocer que somos los tejedores de nuestro devenir como individuos y que la cualidad de nuestras relaciones teje el devenir de los espacios donde participamos activamente junto con otros. Este "darse cuenta" sin embargo, no es suficiente para la transformación. Como lo señala con gran profundidad Juan Vera en sus reflexiones sobre el coaching para el coraje, es necesario asumir el miedo que toda transformación moviliza, reflexionar y actuar en consecuencia.

Prestar atención en el momento presente a nuestro sentir, pensar y actuar nunca es un lujo. Es una urgencia. La urgencia de la vida que se expresa a través nuestro en su capacidad de transformación y creación y que nos hace plantearnos la importantísima pregunta sobre lo que le da sentido a nuestra vida en función del aporte creativo y creador que dejaremos como marca. Esto no apunta a marcas grandiosas necesariamente. Mas bien señala la importancia de la existencia de cada ser humano para cada ser humano, a fin de facilitar la convivencia entre nosotros, con las demás expresiones de vida en el planeta, y con la maravilla que es que la vida suceda, así tan misteriosamente, que nos pone a imaginarnos su génesis.

Las palabras escritas en un libro logran conmovernos cuando dentro de nosotros se ha despertado una curiosidad, una inquietud, una pregunta hambrienta que nos abre, expone y, con fortuna de nuestro propio tejer, nos transforma de modo que valoremos a ultranza la vulnerabilidad para aprender a sabernos cuidar de otro modo, uno que reconozca que la vida necesita que participemos en su creación para perpetuarla.

Cuando decimos que la acción hace al observador, nos demos cuenta o no, y bien nos vale que lo hagamos, hacemos referencia a la trascendencia de nuestra manera de estar en el mundo.



 SOMOS PARTE DE ESTO